Hay otra Tierra, invisible pero real, mucho más extendida que la la pequeña esfera visible y … sin gravedad.
Esta observada por las sondas espaciales en Extreme Ultra-Violetta (EUV) y es invisible con los instrumentos colocados en el suelo. Su forma, un Embrión gigante.
Entonces el «mito» de la natividad – el Niño divino que nace en una cueva llena de estrellas – es una realidad real, combinada con la increíble posibilidad de que nosotros, los humanos, participemos de Su Cuerpo.
Su Cuerpo está aquí, invisible pero real, presente y coexistente.
No hay distancia entre las dos Tierras, hay diversidad entre sus velocidades de rotación y los estados de la materia. La pequeña superficie visible tiene una rotación diurna de aproximadamente 24 horas y está compuesta de átomos. La Tierra invisible tiene rotaciones suaves y tarda entre 25 y 27 horas en girar por completo. Se llama Plasmasphere porque está compuesta de plasma, es decir, de partículas libres que tienen movimientos colectivos y coherentes, similares a los del plasma que es nuestra sangre.
Estos son los movimientos que sentimos como emociones (emo es sangre en griego), sensaciones que se extienden por todo el cuerpo y en todos los pueblos del mundo, hartos de sufrir miseria y luchar por un puñado de dólares, euros, yenes, etc.
Un Organismo no tiene límites, por lo tanto, no necesita armas para defenderlos u ofenderlos. Tal organismo altera las categorías mentales que hasta ahora han apoyado la trágica historia humana, implica Unidad, Libertad y independencia de las leyes físicas conocidas, una nueva y antigua concepción de la realidad, muy diferente de la mecánica en la que hemos confiado hasta ahora. Para nosotros, humanos pequeños, un Organismo tan grande nos ofrece la oportunidad fascinante de participar en Su Cuerpo.
Él o Ella puede coincidir con esa corriente de aire y mar que los pueblos primitivos llamaron El Niño y/o la Niña.
Ahora se extiende la sensación de estar inmersos en una matriz, una realidad virtual. Nosotros, pequeños humanos, podríamos ser células del Embrión gigante; sufrimos porque estámoos inmersos en una matriz que venera a los ídolos. Para las ciencias mecánicas, el ídolo es la masa, para las finanzas es la moneda acuñada por los bancos, y para las religiones es un «buen dios» que primero crea el sexo, luego lo controla y lo prohíbe.
Los ídolos. ¿Son reales o virtuales? Virtuales, pero estamos «educados» para creerlos reales. Nadie ha medido la masa del Sol y menos aún la de la Tierra. Las calcularon utilizando teorías basadas en la idea dominante de que la gravedad sea una fuerza fundamental, perenne y dominante.
Si la otra Tierra es «El Niño», conectado con la Niña, estos tienen efectos concretos que observan los meteorólogos. Sin embargo el Niño y / o la Niña estaban ocultos por una gran manzana, para ser precisos, por el deslumbrante flujo de fotones que fluyen de la banda positiva – cercana – a la negativa, lejana. Estas dos bandas tienen energías millones de veces más altas que la de la gran Manzana – la magnetosfera terrestre – que nos envuelve a todos y que atrapa las dos bandas.
¿Si la gran Manzana fuera un televisor holográfico 4D?
El 4D se compone de 3 dimensiones del espacio – ancho, largo y profundidad – y solo una de tiempo. Es el espacio-tiempo 4D que la astronomía considera objetivo, independiente de los medios por los cuales nosotros – observadores – observamos. Sin embargo, el espacio-tiempo 4D no es objetivo, sino un efecto creado por los dos campos, electromagnético y el gravitatorio, como Einstein demostró con su Relatividad General.
Entonces, si solo miramos el campo electromagnético creado por las dos bandas, no observamos el cielo real, sino una película holográfica 4D. No reconocemos el Mensaje Vital que nos anima a todos y que también anima a toda la naturaleza viva.