Por fin han logrado encontrar la denominada «partícula de Dios«, el bosón de Higgs. Después de muchos años de investigación, miles de cerebros aprovechados y gastos elevados, tenemos finalmente una “certeza”: “Dios existe” o mejor dicho “Higgs existe”.
Comprendeis que yo esté contenta. Ese bosón confirma el Modelo Estándar, que es mi caballo de batalla: me ha permitido de distinguirme de las modas espirituales y de penetrar en la compleja naturaleza de la materia, demostrando que no hay un solo tipo de materia como se cree: hay tres tipos de ella, todos los tres juntos al campo, revelado al CERN en los años’80 y llamado “electrodébil”. Esos tres géneros de materia juntos a ese campo forman, segun yo, los cuatro elementos – fuego, aire, agua y tierra – que Empédocles ha definido hace unos 2500 años. De manera analoga a las cuatro bases del ADN, esos cuatro elementos pueden explicar la existencia de universos infinitos, todos unidos entre ellos, y cada uno comprende una de las “infinitas combinaciones de la materia” como solia decir Giordano Bruno. Hoy, gracias al Modelo Estándar, podemos especificar que las combinaciones son de seis quarks y seis leptones, y no solo eso: esas combinaciones también se relacionan con los 6 antiquarks y los 6 antileptones, un total de tres tipos de material y tres tipos de antimateria.
Increible y verdadero, si buscais por internet “Modelo Estándar” normalmente solo se encuentran cuatro. ¿Por qué? Por qué el anti materia crea el “problema” que los cerebros cientificos no quieren afrontar: el Tiempo. Las ciencias no saben que es el tiempo, pero se glorian de poder medir lo mismo. Por eso me parecen ridículos los tonos triunfales de los celantes divulgadores y los intervenciones de la astrofísica que aprovecha de eso para “confirmar” una imagen del universo que excluye el Hombre, reafirmando así nuestro aislamiento en el tiempo y en el espacio de todo el resto. Al fin apelarnos a “Dios” evoca un debate entre ciencia y religiónes, ya artificioso. Vamos a llamarlo bosón y reconocemos sus funciones que desvelan en vez la unidad de los sietes elementos como base de los infinitos universos de los cuales, nosotros, los seres humanos, podemos participar. Esa unidad requiere una revolución de la revolución copernicana, un derramamiento de todas las prospectivas, incluido nuestro sumision a “Dios”. Esta, es la posibilidad de actuar una nueva alianza entre el Hombre y la Naturaleza, reconociendo el rol crucial del observator y de las creencias a menudo falsas que lo exilian de su papel de liderazgo y lo someten al sistema. Más que de “Dios” tenemos la necesidad de un mundo justo, sabio y prospero, un mundo que respecta los sentimientos y la dignidad del Ser Humano. El bosón de Higgs puede ser útil para comprender que no estamos separados del Paraíso, ni siquiera echados a causa de un curioso pecado; El bosón decae efectivamente en varias maneras, entre las cuales mis dos preferidas que denuncian la unidad entre la humunidad y toda la naturaleza. Un decaimiento es en una pareja de bosones Z, que juntan los tres tipos de materia y los tres de anti materia y por tanto, también nuestros cuerpos. Un otro decaimiento es lo de los cuatro mesones mu que componen los rayos cósmicos. Esos impregnan a velocidades sostenidas todo el universo observado sin ninguna origen aparente. Los rayos cósmicos son la huella de un universo paralelo, segun yo, y el misterio de que su origen es de ninguna manera menor: el aumento de la intensidad parece relacionado al calentamiento global del planeta y eso pone una lápida mortuoria sobre el último bluff perpetrado desde los “buenos” que quieren salvar la tierra: el efecto invernadero de origen humano.
Hoy en día muchos han comprendido que la división entre el bien y el mal, o entre derecha e izquierda, es solo aparente, útil para crear alienaciones, conflictos y, sobretodo, a conservar el verdadero poder que domina el mundo de los bancos. Pocos, han ya entrevido la origen real de ese poder que crea deudas y los descargas sobre las poblaciones. Se trata del conocimiento ortodoxo, en mi opinión, que ignora el significado del tiempo. Sin embargo, con el tiempo se calcula todo: salarios, productividad, deudas hasta “valores” como los espred y el PBI. Mucha responsabilidad del misterio del tiempo es, por encima de toda sospecha, la astrofísica ortodoxa. Esa reconoce que no se puede observar el 96% de la masa que ella misma calcula, pero insiste en el creer en la objetividad de el espacio-tiempo y “olvida” que es el efecto del campo electromagnético, el “Dios” que domina la tecnología actual, ligado a otro “Dios” que domina la pequeña porción observada: el campo gravitatorio. Fiel creyente en esos dos “dioses”, la ortodoxia no puede explicar la desmesurada energía oscura que está ganando la gravedad tanto de acelerar la expansión del universo en unos pocos decenios, ni siquiera el rol crucial de los rayos cósmicos. A pesar de que aseguren que el universo observado – el misero 4% – tiene una edad de 13.7 mil millones de años. Y nosotros, pequeños humanos, que vivimos ni siquiera 100 años y tenemos una historia de apenas 13 mil años, seríamos sus «únicos» observadores inteligentes. El abismo temporal, que divide el hombre y el universo, luego se repropone en cascada sobre de todo, en la Tierra que habria solamente 4 millones de años, sobre la formación de los recursos petroleros que remontarian hace millones de años y sus limites en los recursos, garantizados de todos, buenos y malos, y como para justificar la «necesidad» de acaparrar, para desplegar tropas en el planeta para «defender» y ojala construir iglesias listos para bendecir a los ejércitos.
El hecho es que ninguna disciplina ortodoxa sabe que es la Vida que genera no uno, sino muchos diferentes tiempos o mejor muchos ritmos, parte de una unica Ópera. Si la Vida es “la única Fuerza que anima los infinitos mundos inteligentes”, como decia Giordano Bruno y coincide con la Fuerza Electrodébil que junta los diferentes tiempos en varios elementos, como digo yo, la ortodoxia se trastorna. Ella misma deberia reconocer que la Iglesia Católica tiene de ninguna manera la exclusiva comunión con el «dios», ni tiene ningún derecho a excomulgar. Una fuerza universal es en comunión con todos y todo. Esa Fuerza tiene dos lados con lo cual se manifesta al ser humano, propriamente como sugiere la saga de las Guerras de las Galaxias: uno es el “dios” campo electromagnético y el otro es el campo nuclear débil, conocido a los especialistas que no saben utilizarlo, porque es impreveible. No ofreciendo la certidumbre necesaria a la ciencia, el campo nuclear débil no ha sido colocado sobre el pedestal divino y es un ilustre desconocido. No es el caso, eso es propio del lado luminoso de la Fuerza, que trae su mensaje intacto y comprende un desmesurado flujo de bosones Z que penetran todos los cuerpos. Ese flujo podria coincidir con el Río de la Vida de lo cual habla Heráclito en la antigua Grecia, tiene beneficios efectivos sobre los organismos y con datos en la mano desmiente clamorosamente la idea de los límites de los recursos. Nadie lo dice y todos creen a los límites. La razón es obvia, si no hay límites de energía, el ser humano no tiene más miedo. El miedo es lo que favorece el ejercicio del poder y del sometimiento de los Seres Humanos a los “Dioses”.
La Vida se reproduce en breves instantes. Todos los procesos vitales son millones de veces más rápidos de la unidad de tiempo – el segundo – que la ciencia ortodoxa se jacta de que se mide con la precisión de una millonésima de una milmillonésima parte de segundos, precisión que no es suficiente para observar los fenómenos tales como la concepción, el desarrollo embrionario, la secreción de la hormona, el plegamiento de proteínas, etc.
Así que la Vida sigue siendo un «misterio», y así se evita la investigación de los «momentos fugaces», los de las intuiciónes y de la creatividad, sobre el significado de los eros reprimidos de todas las religiones, de esos instantes irrepetibles que marcan las elecciones esenciales y cambian todo, abrumando el pasado y creando un nuevo futuro. En lugar de proponer nuevos «dioses», que ofrecen la «certeza», debemos preguntarnos sobre el rol del poder temporal, osea sobre nuestras propias creencias en un único tiempo, lineal e inmutable que nos liga a un sistema, basado en la deuda.
¿Existe el tiempo? Casi todos creen que sì. Algunos, más apuestos, distinguen entre el tiempo lineal, promovido por el poder temporal con sede central en Roma y el tiempo cíclico, proprio de todas las civilizaciones antiguas, entre ellos los Mayas con los varios calendarios, y la eternidad típico de los dioses adorados de la ciencia ortodoxa: los dos campos, electromagnético y gravitacional. El primero crea el espacio y el tiempo y, el segundo, crea el peso de la tierra y la gravedad que vincula la misma tierra al sol. Pues bien, esos dos campos están cambiando a ritmos elevados, parte de la grandiosa ÓPERA que ha sido cumplida de la Vida, la Fuerza que no hace elecciones, sino selecciones. Hoy más que nunca es crucial para una nueva alianza entre el Ser Humano y la Naturaleza que nos rinde libres de la sujeción a ningún poder.
Gracias al poder temporal, las religiones favorecen la dependencia global del mundo al tiempo. Contrariamente a lo que se cree, no han sido contradichas con las ciencias propriamente hasta el fin. Es verdad que Einstein demuestró la elasticidad y la relatividad del tiempo, pero solo para las velocidades aproximadas a la de la luz que no están relacionadas a los seres mortales. O al menos eso dicen los ortodoxos. No tenemos la necesidad de neutrinos para comprender que las velocidades superluminal existen. Toda el anti materia inverte su flecha del tiempo, pero…no se debe saber. Se podria descubrir asì que todas, o casi, las ecuaciones de la física ya testimonian: el Tiempo no tiene una sola flecha, no corre solo del pasado al futuro, sino también a la inversa, desde el futuro al pasado. Si podría sospechar que la etad presumida del univero es el fruto de observaciones limitades a una sola mitad – la del pasado – y que nada prohibe que la otra mitad – la futura el campo electromagnético ya exista. Por último se podría desvelar el gran engaño de todo el conocimiento ortodoxo, su tenacidad en la cobertura del presente que no comparece en las ecuaciones, sino en la conciencia humana. El presente es el único momento en lo cual podemos obrar para crear un futuro nuevo. Ciertamente para eso sirve atención, serenidad y sobre todo, la volutad.
El mundo es sin padre, así sin volutad. La única oración sugerida de los Evangelios, se refiere al Padre. ¿Cuál puede ser la voluntad de un padre? El bien de todos sus hijos, no privilegios para unos pocos fuertes y caridad para muchos débiles, no miseria ahora ya extendida a todos, dictada de las falsas “limitaciones de recursos” y sobretodo de las presumidas del Ser humanos. Mientras el descubrimiento del bosón de Higgs está en todas las páginas de los periódicos que lo confunden con “Dios” la de la neurociencia ha pasado en silencio. La energía oscura está presente en el cerebro humano y obra de manera misteriosa, y crucial, especialmente cuando estamos descansando y cuando proyectamos un futuro nuevo. Nuestros cerebros tienen potencialidades enormes y se pueden realizar proyectos que sirven al bien común en un futuro proximo, reconociendo las infinitas soluciones disponibles a una investigación auténtica y que no sea esclava del solo lado oscuro: el pasado, observado con mitad del “dios” campo electromagnético. Si utilizamos nuestras habilidades y talentos, en lugar de inclinarse ante el altar donde se colocan los «dioses», podemos reconocer que no estamos obligados a «ganar el pan con el sudor de la frente«, sino estamos libres de utilizar nuestro recurso infinito: la conciencia, el contacto con “las infinitas combinaciones de la materia”, nuestra individual comunión con el eterno presente.
Hoy en día muchos de los fenómenos reconocidos sino considerados misterios, no llegan a los honores de la cronaca, o vienen somergidos de interpretaciones falsas y tendenciosas como ha acadido al efecto invernadero, supuesta causa del calentamiento global del planeta. Mientras tanto se está calentando todo el sitema solar y nadie lo dice en la televisión. Pretendemos que se pueda sobrevivir y no es para nada el fin del mundo. Podria ser pero el fin de los “dioses” incluido el infinitamente “Bueno” que envía a los infiernos para “reatos de sexos”. Podria ser la revelación que los “dioses” no tienen una existencia independiente, sino dependen de las observaciones, acciones e interpretaciones de los hombres.
Es la revelación en la cual estoy trabajando